lunes, 5 de diciembre de 2011

EL CONFLICTO DEL DOGMA INMACULISTA EN LA SEVILLA DEL SIGLO XVII

SEVILLA, 1613. 

En 1613 tiene lugar en Sevilla una auténtica explosión de fervor mariano, fruto de una larga tradición, como ya hemos visto. Algunos llamaron a lo que nos referimos como “The Marian War”, literalmente: la Guerra Mariana. 

Todo comenzó en la capital Hispalense el 8 de Septiembre de 1613 en el Convento dominico de Regina Angelorum, donde el prior predicó en la fiesta de la Natividad de María que tenía ciertas dudas sobre la concepción sin mancha de María, como opinaba por lo general toda la orden. 

En ese instante se inicia un clamor popular sin precedentes para defender a toda costa la Pureza Inmaculada de la Santísima Virgen. Esta “rebelión” será animada por los jesuitas, la orden franciscana, tradicionalmente inmaculista –que además no mantenía buenas relaciones con la orden dominica-, la mayor parte de los nobles de la ciudad, el arzobispo, e incluso el rey de España. Fue un asunto que involucró a toda la sociedad. 

A partir de ese momento se organizaron numerosos actos de desagravio como novenas, procesiones, manifestaciones, juramentos de fidelidad. El pueblo tomó en seguida partido a favor de la Inmaculada y en contra de los frailes de Santo Domingo, que se quedaron solos en sus planteamientos, pues tenían al pueblo en su contra. Los sevillanos intervinieron activamente en esta cuestión teológica, pues ellos la sentían como algo propio, muy suyo. 

Diariamente se veían salir del convento de San Diego de Alcalá, convento franciscano y foco principal de este movimiento, procesiones de desagravio, largos cortejos de fieles precedidos por un fraile que portaba un estandarte con la efigie de María (Simpecados). Recorrían las calles de la ciudad cantando alabanzas a María y atrayendo con su fervor a muchas personas que, presenciando el cortejo, se animaban a incorporarse a él. 

Se hicieron además populares las coplas y versos que se dedicaban en defensa de la Inmaculada. Se organizó un concurso poético con el fin de premiar las mejores. Se dieron a conocer las compuestas por encargo de la Hermandad del Silencio a Miguel Cid, y que se hicieron enormemente populares desde entonces:

Aunque no quiera Molina 

ni los frailes de Regina, 

ni su padre provincial, 

todo el mundo en general 

a voces, Reina Escogida, 

diga que sois concebida 

sin pecado original. 



Inmaculada Concepción conocida popularmente como "La Cieguecita". Se venera en la Catedral de Sevilla y fue ejecutada por Juan Martinez Montañes en 1618, en pleno apogeo de la polémica entre maculistas e inmaculistas. Muchos la consideran como la Inmaculada más bellas que jamás ha sido creada, y no están faltos de razón.

Unidos el pueblo y la mayor parte de la Iglesia, se propuso solicitar al Papa la confirmación de la Inmaculada Concepción como dogma, que desautorizara a los dominicos. En octubre de 1617 se recibió la bula de Paulo V, y las calles de Sevilla fueron una auténtica fiesta, desbordándose el entusiasmo, con repique, luminaria, corridas de toros y otros festejos. La bula, si bien no define el dogma de la Inmaculada Concepción, sí concede plena libertad para seguir con la devoción. Numerosas hermandades sevillanas juraron defender incluso con sangre la Pureza de María, y algunas, como es el caso de la Hermandad del Silencio, lo sigue renovando cada año. 

El episodio causó una fuerte impresión en Sevilla. Como vemos religiosidad popular llevada a todos sus extremos, en el que incluso participan minorías raciales, abundantes por entonces en Sevilla. La polémica sevillana fue acallada con la bula pontificia, pero la problemática no había hecho más que empezar, y se sucederá por otras ciudades como Córdoba y Granada, que si es posible, abordaremos en otras entradas.

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